martes, 6 de octubre de 2015

Amor o muerte.

Esa sensación de cuando te explota el pecho, cuando quieres gritar y el insomnio se apodera de tus noches, cuando no puedes respirar si estás a menos de 1 kilómetro de su boca, pero a la vez él es el único que te puede hacer respirar. 
Sé que me haces daño, que me destrozas día a día, minuto a minuto, pero arriesgo, lo arriesgo todo por tenerte al menos un segundo a mi lado, porque me abraces, porque me sientas, porque me mires y sonrías con esas formas tuyas que hacen parar el mundo, que me hacen sentir vulnerable y pequeña, me gusta sentir que me proteges, que me basta sólo una palabra tuya para cambiar mi parecer, para alegrarme el día o jodérmelo de la manera más cruel que te puedas imaginar. 
Tú no lo sabes, no eres consciente, se supone. Tienes miedo a querer, a ser querido, a perder los calzoncillos por una chica que te importe, que le importes. 
Me presento voluntaria, joder. Qué complicado es saber que no soy quien hace tu corazón palpitar, que no soy en la última que piensas al irte a dormir, ni la primera que aparece en tu mente al despertar, que te quiero, que lo sabes, que me muero cada vez que me rozas. 
No sé cómo definirte, cómo definirnos... ver lo bonito de nuestra relación, una continua evolución emocional, conseguir que la muralla que rodea ese hermético corazón, cuerpo y razón se vaya derrumbando día a día, mes a mes, y ya ha pasado un año. Quién lo diría, por qué no me advertiste de que me ibas a destrozar, que me ibas a hacer pedazos hasta hacerme enloquecer por no saber en qué lugar colocar las piezas, en dónde encajo yo.
Que me sacas de quicio, me sacas de mis putas casillas porque eres la única jodida persona por la que lo haría todo, la única persona por la que dejaría cambiar mis planes y arriesgar a lo que quiera ser, a jugar a la vida, pero no a jugar conmigo. 
Debes saber que veo tus fotos antes de irme a dormir, porque me encanta imaginar las miles de posibilidades distintas de comerte la vida, fantasear con que la idea me quieras, de que llegara el día en el que no me sentiría culpable por querer, de no tener que pedir perdón por tener ese afán mío de autodestrucción allá por donde iba, de retar a la vida a un juego de amor o muerte, pero cariño, creo que esta vez, he vuelto a perder la partida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario